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Es como si un atracador de bancos avisase en un anuncio del periódico la hora, el día y el lugar exacto de su próximo asalto y la Policía no hiciese nada para evitarlo. Batasuna-ETA presentó en 2005 un señuelo llamado Aukera Guztiak descaradamente contaminado y fácilmente de ilegalizar por el Gobierno. El truco es lo que venía después. Un partido creado antes de la guerra civil llamado PCTV y autorizado en su día por el PP. Eso y que, según dijeron, entonces no había pruebas de su relación con ETA fueron las excusas del Ejecutivo para mirar para otro lado. A pesar de que Batasuna pidió públicamente el voto para esta formación. Pese a que en la misma noche electoral dirigentes del brazo político de la banda como Arnaldo Otegi celebrasen los resultados cosechados con los simpatizantes del nuevo disfraz de los terroristas. Al final, nueve escaños y tres años en la Cámara de Vitoria decidiendo sobre la vida de todos los vascos y sin condenar ni una sola vez la violencia de sus jefes. El entorno etarra repitió la eficaz estrategia dos años después. En este caso el cebo se llamaba ASB mientras ANV acudía a las urnas en las elecciones municipales de manera parcial. Como tampoco había pruebas suficientes de su más que evidente relación con ETA, la decisión del Fiscal General del Estado fue insólita: si una lista tenía más de un 33 por ciento de nombres contaminados, sería ilegalizada. Pero el hecho de que se suspendiesen más de un 33 por ciento de las listas, no les parecía suficiente para ilegalizar a todo el partido. Y colorín colorado, otra vez nos la han colado. Al final más de lo mismo: representación en numerosos ayuntamientos del País Vasco y Navarra y el lamentable espectáculo que muestran con su silencio ominoso cada vez que ETA recurre a la violencia. Además del dinero y el poder que otorga desempeñar este tipo de cargos públicos. ETA necesita, vive, depende de ese apoyo para mantener viva la llama de terror y el amedrantamiento. Por eso ahora vuelve a la carga con la misma jugada. Sus nuevas mascaras son D3M y Askatasuna -quien sabe si en los próximos días aparecerá alguna más-. Son el nuevo disfraz de la banda. Pero ni más ni menos que el que supusieron en su día Aukera Guztiak y PCTV, ASB Y ANV, SA, HB… La diferencia es que ahora el Gobierno sí que ha decidido actuar. Los tiempos de vino y rosas blancas se esfumaron. Ya no hay procesos de paz en el horizonte. La política ahora es tolerancia cero con los tentáculos de la banda. Incluso aun sabiendo que la presencia de la izquierda abertzale radical en los comicios autonómicos de marzo beneficiaría electoralmente a los socialistas por los votos que le arrebataría al PNV. Jamás admitirán que en su día no actuaron contra estas formaciones de manera consciente e interesada. Pero su diligente comportamiento ahora es ya una manera de reconocerlo. ETA es esa serpiente que, por mucho que se le corte la cabeza, se acaba regenerando. A la tercera ha ido la vencida. ¿Será la última?
(Alejandro Requeijo. La Semana)
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