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En el disco duro del ordenador portátil de marca ‘Lisonic’ que utilizaba Elizegi en su laboratorio de Chatellerault se descubrió un escrito interno en el que se le pedían explicaciones sobre el disfuncionamiento de un misil y la solución del problema. El ingeniero etarra respondía a las interrogantes de sus compañeros con una serie de hipótesis sobre el origen de los fallos detectados. El documento fue sometido al dictamen pericial de un experto francés en armamento y explosivos. Estableció que a Elizegi le habían hecho llegar los pedazos de un misil antiaéreo para que explicara qué elementos no habían funcionado. La conclusión del perito fue que el contratiempo se produjo en el sistema EPR (siglas de Ensemble Pile Refroidisseur), un dispositivo refrigerador del que depende la alimentación eléctrica del conjunto. A los servicios antiterroristas franceses no les ha sorprendido descubrir la primera prueba documental de un ejercicio práctico de ETA con un misil, del que se desconoce la fecha y el lugar. En estos medios se recuerda que en octubre de 2004 se encontraron dos misiles tierra-aire de fabricación rusa en sendos escondites subterráneos de Urrugne y Briscous (País Vasco francés). Años atrás, en noviembre de 1986, dos misiles soviéticos fueron el señuelo de los servicios secretos para localizar, con ayuda de la CIA, el zulo de Sokoa.
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