sábado, 6 de diciembre de 2008

Mensaje a los empresarios. La extorsión hay que pagarla



ETA sabe que no podrá parar las obras de la alta velocidad vasca, pero con el asesinato de Ignacio Uria espera que el miedo se haga tan presente entre los empresarios como para que las cartas de extorsión que remite de forma continua sean efectivas. Esto es, la banda no solo pretende retraer el compromiso empresarial en la construcción del AVE sino que trata, sobre todo, de reponer sus arcas. Esta es la interpretación en la que coincidían ayer fuentes del Gobierno vasco y del PNV, conocedoras de las interioridades etarras.

Las fuerzas de seguridad venían constatando desde hace tiempo las dificultades económicas que atraviesa ETA. Una prueba de esta debilidad son las constantes remesas de cartas de extorsión enviadas a empresarios de Euskadi y Navarra. Las últimas misivas datan del mes de noviembre aunque desde el final de la tregua su envío ha sido prácticamente constante. Incluso cuando ETA decía estar en un "alto el fuego permanente" las cartas no dejaron de llegar aunque su tono era menos conminatorio. En cada remesa, la banda ha aumentado tanto la cantidad económica --de los 200.000 euros ha pasado a los 400.000-- como la agresividad de la amenaza.

Los medios consultados reconocen que el asesinato de Uria es para ETA un instrumento clave a la hora de socializar el miedo y no solo entre los implicados en la construcción de la Y vasca, sino entre todo tipo de empresarios y profesionales cualificados.

La resistencia cada vez mayor al chantaje necesitaba una "lección" sobre lo que puede pasar en caso de que no se acceda al pago. "Quieren pasta y el trágico aviso es claro", resume un pequeño empresario.

El consejo de Interior vasco, Javier Balza, evitó entrar ayer en las razones por las que Uria no disponía de escolta. Amigos del empresario asesinado comentaban el mismo miércoles en Azpeitia que él, casi jubilado, no se consideraba un objetivo para la banda. Los dos hijos de la víctima que están al frente de la empresa sí cuentan con medidas de protección. Pero, ahí está le mensaje de ETA: si no se llega al empresario que está al frente del timón, el objetivo puede ser cualquier otra persona vinculada a él, desde un familiar a un técnico de la empresa. Nadie está a salvo.

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