martes, 9 de diciembre de 2008

El veterano 'Dienteputo' quiere controlar ETA en lugar de los cachorros de las kale borroka

La situación de la organización terrorista se retrotrae así al momento en el que Garikoitz Aspiazu «Txeroki» fue detenido en Francia, es decir, a una lucha interna en la que los nuevos «bereziak» -ahora, eso sí, descabezados con la detención de Aitzol Iriondo- intentan hacerse de nuevo con el poder dentro de la banda terrorista frente a los veteranos, dirigidos por José Luis Eciolaza «Dienteputo».
Este nuevo golpe a ETA va a suponer, por tanto, y así lo sostienen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la reedición de una batalla encarnizada entre los «cachorros» de «Txeroki» (y hasta ayer, de Iriondo), al frente de los que ahora podría situarse Eneko Gogeaskoetxea o Jurdan Martitegi, y los veteranos de la organización criminal, con «Dienteputo» al frente. Gogeaskoetxea y Martutegi son así la esperanza para los más jóvenes de la banda terrorista, a quienes Iriondo habría confiado el aparato militar durante las últimas tres semanas.
La nueva reestructuración del «aparato militar» está, por tanto, en manos de esos dos dirigentes etarras, el veterano «Dienteputo» y Gogeaskoetxea. Su misión tiene que pasar ahora por designar o recolocar a los peones que no habían terminado de estrenarse en su nuevo cometido cuando les ha sobrevenido este nuevo golpe policial.
El principal problema para los «bereziak», los sucesores de «Txeroki», el sector más duro y menos receptivo a cualquier amago posibilista para poner fin al terror, es que con la detención de Iriondo, y las de Eneko Zarrabeitia y de Aitor Artetxe, están hoy un poco más solos, lo que para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es una buena noticia. Y es que estos sanguinarios, de la cantera de ETA,han ido adquiriendo el perfil de terroristas a la imagen y semejanza de «Txeroki». Además de los arrestados, figuran entre ellos Jurdan Martitegi «Sherpa», Asier Borrero «Arrautza», Oyan Barandain y Bihotz Cornau. Además de vocación de pistoleros ambicionan el asalto en tiempo récord a la dirección de la banda. Son jóvenes con un potencial asesino mucho más marcado que el de los terroristas más veteranos y creen que un año y medio en un comando ya les da los suficientes «puntos» para pegar el salto al organigrama militar, y, ¿por qué no?, también al mismísimo comité ejecutivo.
Este perfil «Txeroki», absorbido e imitado hasta ayer por Iriondo, no contempla en sus planes la posibilidad de abrir ningún tipo de negociación con el Gobierno, ni siquiera una mesa de negociación en la que exponer sus reivindicaciones. Su biblia es «matar por matar», lo que han aprendido a hacer en cursillos de (literalmente) tres días.
De momento, y eso da pie a un moderado optimismo, parece que el grupo de los veteranos -integrado, entre otros, por el citado «Dienteputo», Juan Cruz Maiztegi, Eusebio Arzalluz «Paticorto», Miguel Ángel Gracia «Migeltxo», Santiago Zapirain «Kaiku», Federico G. Palacios, Izauskun Rekalde o María Jesús Elorza- deje a los etarras de «última generación» hacerse con la dirección de ETA, que no es sólo el frente militar, sino todo un entramado de «aparatos»: institucional, político, internacional, mediático. entre otros.
No obstante, y aunque no tan sanguinarios como los «becarios» de Txeroki, la estategia de los veteranos sigue siendo la cruel acumulación de fuerzas: seguir poniendo muertos sobre la mesa para forzar una negociación. Lo único que diferencia a veteranos y «bereziak» es, por tanto, la predisposición de los primeros a sentarse a hablar. (ABC)

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